domingo, 22 de junio de 2014

EL ARCHIVO DE GÓTTINGEN EN EL NORTE DE CASTILLA


En "La Sombra del Ciprés, el suplemento cultural de El Norte de Castilla (sábado 21-6-2014), se ha publicado esta reseña de Javier Gómez González sobre la novela "El archivo de Göttingen".
(No he podido descargar la foto que acompaña al artículo, que, de todas formas, corresponde a la presentación de un libro anterior. Ahora estoy más joven...).

La cien­cia al ser­vi­cio de la fic­ción
'Jo­sé Da­vid Sa­cris­tán de­ja sen­tir su ex­pe­rien­cia en­sa­yís­ti­ca en el li­bro ‘El ar­chi­vo de Göt­tin­gen’
JA­VIER GÓ­MEZ GON­ZÁ­LEZ

La ciencia y la literatura son dos amantes que han asumido infinidad de posturas, desde las más íntimas hasta las más distantes. No son pocos los autores, desde Nisbet hasta Feyerabend, que han reivindicado el carácter literario de las obras científicas y es fácil comprobar la validez de esta idea si se leen ensayos de investigadores clásicos como el entomólogo Jean-Henri Fabre, con su poética sensibilidad, y su inquietud literaria que poco a poco se va perdiendo en un mundo científico dominado por artículos de carácter breve y redacción aséptica y fría.
Pero también la ciencia ha sido argumento de la literatura, en especial sus avances tecnológicos que han protagonizado el género de la ciencia ficción, tanto en sus variantes duras como en sus formatos más soft, y que han dado a la literatura autores de la talla de Ray Bradbury o Stanislaw Lem. Y junto a ella, se podría identificar un género de menor volumen centrado en la actividad de los científicos como contexto narrable, como el escenario de la ficción.
En este último punto se ubica la obra de José David Sacristán de Lama (Roa, 1949) cuya obra ‘ El archivo de Göttingen’ (Libralia) reflexiona sobre la ciencia y el trabajo científico, al mismo tiempo que desarrolla una trama argumental en la que convergen desde la etnografía de laboratorio, hasta la literatura histórica y conspirativa tan al gusto de los últimos tiempos.
Esta inmersión de José David Sacristán en la ficción y la narrativa viene avalada por sus antecedentes como ensayista –‘Una Lengua para Babel. La nueva imagen el mundo’, Ediciones del Serbal, 2005, y ‘La próxima Edad Media’, Edicions Bellaterra, 2008–, contando, además, con un prolongado ejercicio profesional en el campo de la arqueología, tanto en la universidad como en la administración pública.
Y esta impronta se percibe claramente en ‘El archivo de Göttingen’, puesto que junto a guiños eruditos que expresan un conocimiento avanzado sobre la labor de un laboratorio de investigación arqueológica, esta obra cuenta con un componente ensayístico importante, sobre todo en los primeros capítulos, que expresan debates e inquietudes que remiten a algunas de las controversias fundamentales de la sociología de la ciencia, abordando temas como la responsabilidad de los científicos, el reconocimiento o la ética de la investigación. No es raro leer en esta obra referencias a Robert Merton y a conceptos centrales de la ética y la epistemología.
Pero sería mentir etiquetar a ‘ El archivo de Göttingen’ como una obra de pensamiento. Según avanza la lectura, la ensayística deja lugar a la ficción que avanza con un ritmo febril y con cierta capacidad para sorprender y a veces desorientar al lector con el despliegue de una trama argumental en la que afloran algunos de los recursos temáticos que han dominado las obras de escritores que el mismo autor considera como fuentes de inspiración: David Lodge (‘Pensamientos secretos’), el mexicano Jorge Volpi (‘En busca de Klingsor’), el indio Amitav Ghosh ( ‘El cromosoma Calcuta’) e incluso las primeras obras de Philip Kerr (‘Una investigación filosófica’).
Esta afortunada fusión entre ciencia e intriga constituye el aspecto más destacable de ‘El archivo Göttingen’. La obra es capaz de aunar la ficción más visionaria con la erudición rigurosa; la descripción de paisajes y caracteres que cualquier castellano y leonés podría incluso poner nombre, junto a la referencia a paisajes remotos, y una conclusión en un futuro no tan distante, sobre cuyo carácter utópico o dístópico el lector debe posicionarse.
La novela es breve, si se compara con la práctica habitual de este tipo de literatura, y en algunos puntos se percibe una cierta celeridad en el tratamiento argumental que impide desarrollar el potencial de una trama compleja, pero esta posible carencia se convierte en mérito para el lector inquieto puesto que facilita la interacción con una obra que, entre sus principales méritos, cuenta con una lectura fácil, rápida y que permite interpretaciones para todos los gustos, desde las más eruditas hasta las meramente lúdicas.

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