lunes, 17 de febrero de 2020

A LA CAZA DE MOBY DICK. El sueño poshumano y el crecimiento infinito


Editorial El Salmón, Alicante 2020
322 p.
ISBN: 978-84-120322-7
https://www.edicioneselsalmon.com/2020/02/11/a-la-caza-de-moby-dick/ (En el enlace, podéis descargaros el índice y la introducción)




Me propuse escribir este libro como una reflexión sobre las tecnologías que tienen el potencial de transformar nuestra forma de ser humanos y de relacionarnos con nuestro entorno. La Inteligencia Artificial, la ingeniería genética y las neurociencias no son mera ciencia ficción. Proliferan los anuncios especulativos o directamente fantasiosos, pero son tecnologías que ya se están desarrollando y que sitúan a la humanidad ante una nueva frontera. Y sin embargo... a medida que organizaba los contenidos no podía desechar una idea que cuestionaba mi proyecto. En mi visión del mundo, comparto la convicción de que el actual sistema social y económico es absolutamente inviable, y que en su caída arrastraría muchas de las conquistas de la civilización, incluyendo la ciencia compleja (que requiere grandes instalaciones y dotaciones) y sus desarrollos técnicos. No hay parches posibles; solo cabe un modelo completamente distinto de producción y consumo, y aun así, es posible que nos toque pasar un largo purgatorio. Entonces, si las reflexiones sobre un eventual mundo de humanos transformados chocan con la amenaza, más cercana, de una edad media, ¿qué debía hacer? ¿renunciar a escribir el libro? 

Como arqueólogo, me gusta situar las tendencias del presente en el gran marco evolutivo, en el recorrido de nuestra especie desde su nacimiento en África hasta la civilización industrial. Ahora, las biotecnologías y la Inteligencia Artificial nos sitúan ante el reto y el dilema de decidir sobre la metamorfosis de nuestra naturaleza para convertirnos en poshumanos o, cuando menos, ante una transformación radical de nuestra forma de relacionarnos entre nosotros y con el entorno.  ¿Hasta dónde podrían llegar los cambios? ¿Y quién toma las decisiones? La amenaza de colapso no debería ser una excusa para cerrar los ojos a unas tecnologías que ya son muy fuertes, que no sabemos durante cuánto tiempo seguirán desarrollándose y que suponen grandes amenazas si se abandonan en manos del mercado.  

Por tanto, decidí continuar, introduciendo un cambio en el proyecto original: en primer lugar insistiría en los riesgos existenciales de nuestro modelo de civilización, lo que situaría en una nueva perspectiva las reflexiones sobre la idea del poshumanismo. Si nos fijamos,  los dos temas están ligados por una idea: la civilización nos ha llevado, no solo a un cuello de botella  ambiental, sino también hasta un mundo tan artificial y tan y alejado de nuestros orígenes que no es ocioso preguntarse por la elasticidad de la naturaleza humana, mientras, por su parte, las nuevas herramientas de transformación insinúan la metamorfosis de esa misma naturaleza. ¿No estamos obligados a reflexionar sobre nuestros límites?

Como dice Serge Latouche, uno de los padres de la filosofía del Decrecimiento, "De ahora en adelante, es la humanidad misma del hombre la que está amenazada con los proyectos de transhumanismo. Sin embargo, la sociedad susceptible de aplicarlos ¿no está ella misma aún más amenazada?" . Así que, a riesgo de navegar entre contradicciones, me pareció oportuno hacer este viaje. Y lo que ha salido es este libro que he titulado "A la caza de Moby Dick" (Yo habría preferido "Cazar a Moby Dick", o "Persiguiendo a Moby Dick", pero llegué a este acuerdo con mis amables editores). Si queréis saber por qué Moby Dick, citaré, para terminar, estos párrafos de la Introducción:
La obsesión del capitán Ahab por Moby Dick le condujo a su némesis. Nuestra civilización prometeica persigue ahora dos enormes leviatanes: el crecimiento infinito y el superhombre. El primero, le lleva a la misma suerte que al Pequod, el barco de Ahab; en cuanto al segundo, todavía no lo sabemos.
Lo que imaginamos y lo que tememos no tiene por qué suceder, pero si no lo imaginamos sucederá lo que tememos. Eso sí es seguro. Sin embargo, si hacemos las preguntas pertinentes y estamos atentos a las señales, tal vez consigamos que el futuro sea, en bella expresión de Stephen Hawking, un lugar en el que nos gustaría vivir.