1. Oigo las informaciones sobre
los “turistas de cuarentena” corriendo hacia sus segundas residencias de playa
y pienso: es primavera, y en primavera salen los capullos.
2. Después de tropecientas
vueltas alrededor de la mesa del salón para mantener el tipo, pienso: soy un
hámster haciendo girar la rueda hacia ninguna parte.
3. Otra de capullos. El
confinamiento me hace pensar que todos somos larvas encerradas en su cápsula,
en una fea vaina o en un capullo de seda, a la espera de salir como polillas o
como mariposas. Lo que se siembra, se recoge.
4. Viva las canas. Ahora, en la
fase larvaria, las rubias empiezan a transformarse ya en mariposas
blancas. La naturaleza recupera su color frente a los tintes, igual que
recupera los espacios que le habíamos arrebatado los humanos.
5. De nosotros, los hombres, no se
me ocurre nada: Cuando los capullos salgan (salgamos) del capullo, ¿seguirán (seguiremos)
siendo tan capullos?
6. Del ambiente político, no se
debería hablar sin mascarilla. Sobre la puerta del Congreso, debería figurar la
inscripción del infierno de Dante: “Perded toda esperanza los que aquí
entráis”. También la perdemos nosotros: nada bueno saldrá de ese capullo, del inextinguible
infierno.
7. Cuando oigo eso de “volver a
la normalidad”, miro los mapas de contaminación mundial de antes y después, o
los de tráfico aéreo, con el cielo atestado de aparatos yendo y viviendo como
pollos sin cabeza (caramba, cómo se ha puesto de moda esta imagen) y me sale un
grito: ¡Diosanto, que alguien encuentre pronto otra normalidad.
8. Pregunta: Cuando cumplamos dos
meses y un día, ¿nos concederán el tercer grado?
9. Los Corona son
tecnología punta de la naturaleza. Lo que darían los biotecnólogos por alcanzar
algo de su eficiencia. Lo mejor que saben hacer, con enorme esfuerzo y poco
éxito, es utilizarlos.
10. Hipótesis: la infección de
los virus es una invasión alienígena, y nosotros, pardillos, somos sus naves de
transporte. Es la cuadratura
del círculo. ¡Son geniales!
11. Cuando salgamos del capullo
será de admirar la proliferación de pilosidades faciales. Temo no reconocer a
los amigos. Esto me lo confirma: el mundo será definitivamente
diferente.
12. Sí, el mundo será diferente.
Con tanta lejía, quedará decolorado.
13. Pregunta: si, como parece, nos
gusta el ejército cuando se convierte en un servicio de protección social, ¿por
qué no lo cambiamos de verdad por un cuerpo de protección social tan poderoso
como el ejercito? Pero es una pregunta retórica.
14. “El mundo se derrumba y
nosotros nos enamoramos”, pero, ay, nos falta el romanticismo de Casablanca.
El mundo se derrumba y nosotros nos encerramos.
15. Según parece, ahora todos somos héroes: los sanitarios, las limpiadoras, los niños (para que
aguanten sin rechistar) y los que estamos enclaustrados (por estar sin hacer
nada). ¿Qué pensarán de esto los héroes? La profesión se ha devaluado.
16. El limbo doméstico nos hace perder la noción del tiempo. Muy pronto, alguien llegará
a la cola del supermercado y preguntará “¿Es aquí donde se compra la lotería de
Doña Manolita?”.
17. A estas alturas, cada ciudadano tiene su
opinión, inequívoca, sobre la pandemia, así que no
hay duda: el Gobierno está equivocado.
18. El gran empeño de estos días
es “bajar la curva”. Ese es también,, cada año, el primer propósito tras los excesos navideños. Ojalá ahora tengamos más éxito.
19. Al final de la curva, ¿habremos cambiado de
dirección o nos encontraremos de nuevo en el punto de partida.
21. Si a la distancia física la llamamos “distanciamiento social”, ¿cómo llamaremos entonces al abismo abierto entre las clases sociales, o entre dos antiguos amigos o amantes?
21. Hablan del desconfinamiento “por
fases” y me siento como la Luna. Se lo comento a un amigo, por videollamada y percibo su cara
de conmiseración cuando me dice: ¿”Y dónde crees que nos han confinado?”
22. Lo del desconfinamiento por fases me hace pensar. Cuando nos encontremos en la tercera fase, ¿quiénes serán los extraterrestres? ¿No seremos nosotros?
Veámoslo de este modo: Si
viajamos en un cohete de tres fases para salir del aislamiento, ¿a qué planeta
llegaremos? Y me respondo: al exoplaneta Tierra: todos seremos alienígenas.
Pero me temo que ya nos habíamos deshumanizado. Y entonces tengo un sueño: al contrario que en la película La invasión de
los ladrones de cuerpos, esta vez, gracias a un virus, salimos de las vainas reconvertidos en
humanos. Pero es un deseo.
No estaría mal: salir de nuevo humanos a la hermosa primavera. Reconciliados con la Tierra.
Y basta por hoy. Aquí seguimos viendo pasar el tiempo como la Puerta de
Alcalá. Del papel higiénico, ya se me ocurrirá algo. Un abrazo a todos. Y que
dios nos pille confesados.
(Continuará)
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